EL POSTER

Un día que salí de compras, pasé por una disquería y vi en la vidriera un póster de Bisbal. Entro y le digo al empleado que quiero que me dé uno para mí.

Me lo llevo a mi casa y se lo muestro al Colo. “Y dónde lo vas a poner?”, “Aquí!”, le dije. “En el comedor???”. Sí!!

Cada vez que nos sentábamos a cenar, el Colo decía: “Ese tipo me mira, me va a caer mal la comida.”

Y yo le dije: “Eso es ahora, después cuando te acostumbres a verlo ni te vas a dar cuenta de que está ahí”.

Después de unos días, decidí quitarlo de la pared. “Por qué lo sacaste?”, pregunta mi marido. “Porque creo que estoy madurando y ya no necesito tenerlo ahí”.

“Dónde lo pusiste?”, me preguntó. Y yo le respondí: “Escuchame: todo este tiempo estuviste rompiéndome la vida porque ese tipo te miraba, y ahora para qué querés saber dónde lo puse? Lo guardé.”

“Ay, qué susto!, yo pensé que lo ibas a poner en el dormitorio y que iba a tener que dormirme con ese tipo mirándome y que cuando despertara iba a estar ahí mirándome de nuevo, después de oírlo cantar todo el día. Si hubiera sido así seguro que iba a tener pesadillas.”

Ahora para escuchar a Bisbal me pongo los auriculares, porque que sea mi ídolo no quiere decir que ese solcito del Colo tenga que soportarlo. ¿No les parece?