LOS QUINCE DE MI NIETA

Les quiero contar cómo fueron los preparativos para la fiesta de los quince de mi nieta, la hija de Patricia.
El Colorado tenía un traje nuevo y cuando se lo probó no le entraba. “Hay que hacer dieta”, comenté.
Los dos teníamos que hacer régimen, yo como siempre no tenía qué ponerme, y encima me quedaba todo chico. Además estaba decidida a no comprarme ropa de gorda.
Faltaban dos meses para el cumple y empezamos a cuidarnos en las comidas.
Nos pesábamos todas las semanas. Él tenía que bajar diez kilos, y yo ocho, que son los que tengo de más ahora, que volvieron para quedarse.
Una semana antes del festejo habíamos logrado nuestro objetivo.
Estábamos preciosos, pero muertos de hambre!.
Llegó el día y a las nueve de la noche nos fuimos para el salón de fiestas.
Pasamos una de las noches más emocionantes y felices de nuestras vidas.
Nuestra nieta parecía una reina!, llegó de la mano de su papá y de su hermano, ellos parecían muñequitos de torta por lo preciosos que estaban.
Ni les cuento Patricia, que estaba hecha una diosa!
Bailamos, lloramos, cantamos, estuvo todo tan bien organizado y se respiraba un aire de felicidad muy grande.
Todo el mundo la pasó de maravilla, fue una noche que no olvidaremos mientras vivamos.
A las seis de la mañana llegamos a casa y cuando nos sacamos los zapatos, los pies como por arte de magia se hincharon tanto y nos dolían de tal manera que no podíamos caminar. Por suerte el lunes siguiente fue feriado y pudimos descansar dos días para volver a nuestras actividades.
Y como no podía ser de otra manera, empezamos a comer de nuevo y aquí estamos: igual que antes.