Tengo varias historias de cuando mi nieta tenía dos años.
Recuerdo cuando por las mañanas nos sentábamos en el patio y les tirábamos migas de galletitas a los pajaritos. Al principio no se acercaban, pero después empezaron a animarse y se quedaban allí, al lado nuestro esperando que les diéramos de comer.
También recuerdo que a ella le gustaba comer yogur abajo de la mesa, entonces poníamos toallones alrededor, y en el piso dos almohadones sobre los que nos sentábamos a comer el yogur, estábamos como adentro de una casita o una carpa.
Un día mi hija volvió antes que de costumbre y nos vio allí y dijo: "¿qué estas haciendo con mi hija?" y las dos corriendo los toallones con la mano, contestamos con bigotes de yogur: "nada!!!!!".
No estábamos haciendo nada malo, pero igual nos pescaron en una travesura, in fraganti.